Sé positivamente que el objetivo de este blog no es poner de
manifiesto temas personales, que incluso deberíamos mantenerlos al margen,
apartarlos, reducirlos a un rincón de nuestro estado de ánimo; sin embargo, y
dado que muchos de vosotros, nuestros clientes, sois amantes de los animales,
me gustaría que me permitieseis que os hablase de una perrita yorkshire que se
llama, mejor dicho, se llamaba “Chispa”. Sí, porque desafortunadamente, ayer
fue atropellada por un coche. No entraré en detalles, ya que prefiero obviar lo
desagradable del suceso y centrarme únicamente en los cariñosos recuerdos que
tengo de ella. Curiosamente no era “mi mascota o animal de compañía”,
apelativos que no me gusta utilizar, ya que creo que sería más acertado
considerarlos como “compañeros” o “pequeños camaradas”. Pues bien, “Chispa” o “Chispita”
como me gustaba llamarla, era la perrita amiga de mis sobrinas Sofía, María y
Natalia. Tenía 8 años y un espíritu cariñoso, juguetón y muy mimoso. En las
ocasiones que estaba con ella, sobre todo en verano que parecía presentir que nos
encontrábamos de vacaciones, solía acompañarme por un jardín, ya que (y que de
esto no se enteren mis sobrinas) me gustaba regalarle pequeños manjares de chocolate,
galletas o trocitos de pan con aceite; por contrapartida, ella me regalaba una
mirada cargada de bondad y agradecimiento, al tiempo que se tumbaba boca arriba
para dejarse mimar por mis manos. Si nos encontrábamos sentados, acudía a
nosotros dando pequeños saltitos para que la acogiésemos en nuestro regazo buscando
caricias sinfín que encontraban su réplica en pequeños lametones de
agradecimiento. Era pequeña, era lista, era especial, era… sencillamente “chispa”.
La echaré de menos, mis sobrinas también. De cualquier manera, estoy seguro de
que si existe un territorio donde vayan los animales una vez han muerto, “Chispita”
tendrá un lugar privilegiado en él.
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