domingo, 29 de diciembre de 2013

Radiante (Feliz) 2014

Sobran las palabras.
Los hechos nos (os) acompañan.
Vuestra confianza nos ha permitido seguir adelante
Sólo podemos deciros una cosa

MUCHÍSIMAS GRACIAS

viernes, 11 de octubre de 2013

La subjetividad de la belleza



Cuando visitamos una ciudad; cuando asistimos a una exposición de pintura, fotografía, escultura, etc.; Cuando vamos a una representación teatral, o vemos una película, las expresiones que nos vienen  a la mente para definir lo que estamos viendo van desde “Maravilloso, espectacular, increíble, acogedor, excelente, fascinante, hermoso, bello…” hasta “Horrible, inconcebible, bodrio, horrendo, payasada, deleznable, feo…”. Y lo mismo ocurre, más que nos pese, y aunque no sea lo políticamente correcto, con las personas. Por sí mismas las podemos definir como “bonitas, hermosas, guapas, atractivas…”, pero también, y eufemísticamente hablando como “Belleza singular, atractivo moderno, hermosura cúbica…” y si somos más drásticos y menos dados a la diplomacia como “Horrorosa, fea, tapón, innoble, desafiante…. Y otros apelativos que por su “crudeza” omitiré”. Y es que el ser humano es así; increíblemente solidario y empático para unas cosas e inconcebiblemente tirano y dañino para otras. Es cierto que hay unos patrones o cánones bastante generales en cuanto a considerar a una persona bonita o fea; pero a partir de ahí tenemos que echar mano de la subjetividad para poder definir taxativamente como guapa o fea a una persona.

Cuanto más cercana está a nosotros tendemos a considerarla más agraciada. Cuando no la conocemos, la primera impresión es la que va a reflejar nuestra definición de ella. Pero ¿de dónde han salido esos patrones que nos indican que alguien pos sí mismo es guapo o feo? ¿Quizá sea cultural? ¿Tal vez sea por moda? ¿O simplemente desde niños nos han inculcado erróneamente lo que resulta agradable y desagradable? Sea como fuere nunca seremos objetivos a la hora de valorar los atributos de alguien.

Y como veis, hasta este momento sólo estoy hablando del plano físico, que parece ser el más llamativo o más impactante a primera vista. No quisiera caer en el error de pensar que la “belleza interior” es la única y más digna que existe. Sería una quimera y además irreal por los cuatro costados, ya que quien más quien menos tiende a cuidarse físicamente, por lo menos para que su apariencia resulte lo más “normal” posible. Queremos mantenernos en un peso ideal, hacemos deporte, utilizamos cremas y cosmética, pasamos por el quirófano. Todo ello con una finalidad muy sencilla; encontrarnos hermosos y proyectar esa hermosura hacia los demás.

Pero como decía, lo bello es subjetivo. Ni todos somos iguales, ni todos reaccionamos de la misma forma ante determinados comportamientos o visiones. La belleza, según mi humilde consideración, es un compendio de actitudes, formas, comportamientos, estados, con un componente físico también considerable, pero no necesariamente esencial. Lo hermoso, lo bello, se puede encontrar en la simpleza en la forma de una piedra. Y eso, trasladado a las personas viene a decir que ni todo lo hermoso ha de ser alto, fornido, estilizado, delicado, y de formas proporcionadas, ni todo lo feo ha de ser rechoncho, brusco o de formas no reconocibles.

Lo más importante (creo) es pensar que el ser humano es maravilloso, que nos ha tocado estar aquí, en este mundo donde tenemos cabida todos y que con un poco de ilusión compartida podemos encontrar la mayoría de las cosas (y personas), por no decir todas, increíblemente hermosas.

jueves, 5 de septiembre de 2013

Toma pan y moja después de las vacaciones



Una gran mayoría hemos vuelto de vacaciones. Estamos de nuevo aquí; presentes de cuerpo, ausentes de espíritu que tiene la costumbre de campar a sus anchas por los recovecos  de los buenos recuerdos. Otros, sin embargo, más precavidos tal vez, o sencillamente más pacientes, comienzan ahora o dentro de unos días su descanso. Y es inevitable que nos recorra una cierta envidia (o gran envidia o por qué no, una enorme envidia), pero sana, siempre sana; que cualquiera, con los tiempos que corren es capaz de reconocer que su envidia es de cualquier tipo menos sana.


Estamos de nuevo aquí, al pie del cañón, como diría aquél, aquél que no está precisamente a la salida del proyectil, claro; preferimos situarnos un poco más escorados, no sea que con las prisas y lo torpones que volvemos de vacaciones nos vaya a dar de lleno, y no veas eso cómo duele. Estamos de nuevo aquí, con un refrito de sensaciones y un palmo de culpabilidad en nuestras espaldas. Pensamos o intuimos que nos hemos gastado más de lo que hubiese sido deseable, que hemos pasado demasiado tiempo con nuestra pareja o familia (no olvidemos que el 33% de los divorcios se produce a la vuelta de las vacaciones) y encima y para no librarnos de la poca fuerza de voluntad que nos achacamos, hemos engordado no sé cuantos kilos. Hemos venido completitos, vaya.



En fin, que estamos aquí pero nos gustaría estar allí. Pero pensemos en positivo; “la vuelta al cole” por sí misma no es mala. Retomamos lo que habíamos dejado a medias; regresamos a una cierta rutina placentera que nos autoriza a ilusionarnos con proyectos nuevos que queremos abarcar, y además nos permite “desgastarnos” de nuevo para en un plazo no muy lejano huir de nuevo a ese lugar idílico que tenemos en mente. Pero mientras tanto debemos afrontar cual aguerridos guerreros el día a día; la pasmosa realidad. ¿Por qué hacerlo entonces más difícil? ¿Acaso somos masoquistas de la infelicidad? Reflexionemos por unos segundos ¿Han tenido todas las personas las mismas oportunidad que nosotros? ¿Han podido, aunque sea por unos “míseros” días contemplar otras realidades, otros entornos, otros paisajes…otros mundos? Creo que no. Respiremos hondo y sintámonos satisfechos.



Toma pan y moja; regresa con nosotros a las buenas costumbres. Saborea de nuevo ese oro líquido que te sigue esperando aquí; nuestro aceite de oliva; vuelve a sentirlo y disfrutarlo. Y por si fuera poco estamos preparando para ti, antes de las navidades, nuevas degustaciones de productos y otras actividades. Queremos que te sientas bien, disfrutes y lo puedas compartir con nosotros. Acércate y comprobarás la delicia del queso de oveja en AOVE o las alcachofas y espárragos confitados en aceite de oliva o sencillamente ven, aproxímate y cuéntanos cómo han sido tus vacaciones.



Feliz regreso

martes, 11 de junio de 2013

Gastronomía y libros: Oleoteca La Chinata Retiro y Librería Méndez



En el marco de la Feria del Libro de Madrid que durará hasta el día 16 de junio, la Oleoteca La Chinata Retiro (Calle Ibiza, 38), ha llegado a un acuerdo de colaboración con la Librería Méndez de Madrid, situada en la calle Mayor, 18. Este será uno de los primeros encuentros culturales bajo el título GASTRONOMIA Y CULTURA

Desde mañana día 12 de junio y por una compra superior a 25 euros, La Librería Méndez regalará en su caseta (103) de la Feria del Libro de Madrid, una botella benjamín de aceite de Oliva Virgen Extra La Chinata.

En próximas fechas, aunando el esfuerzo de las dos empresas, se llevarán a cabo encuentros donde la Gastronomía y la cultura irán de la mano.

Méndez comenzó su actividad en 1977, alcanzando a día de hoy una profesionalidad fuera de toda duda y que aun hoy con las nuevas tecnologías no ha querido perder su carácter de librería tradicional donde los libros se venden de forma personalizada. Es foro de encuentro de muchos escritores y un referente de las librerías madrileñas y más, al estar situada en pleno Madrid de los Austrias.

Os recomendamos que visitéis esta librería, donde la amabilidad y buen hacer es su lema indiscutible y donde podréis disfrutar de las recomendaciones y opiniones de sus dueños.

Es por ello que para nuestra Oleoteca resulte un verdadero honor poder compartir un espacio donde gastronomía y cultura lleguen a este punto de inflexión. Y así poder informaros de cada encuentro que llevemos a cabo.

jueves, 9 de mayo de 2013

Carta a mi sobrina María



Todavía hoy recuerdo tu nacimiento. Apenas pesabas 600 gr. La mano de un adulto podría haber servido perfectamente como sustituto de una cuna; así de pequeña eras. 

Hoy, después de 16 años desde que vinierais al mundo, te has convertido en una adolescentes de pleno derecho, con sus pros y sus contras. Creo que eres feliz, inmensamente feliz; todo ello debido, sobre todo, a que te mimamos en exceso (en especial tus padres y hermanas), pero ¿cómo no hacerlo?, eres una sobreviviente, con una fortaleza de espíritu más allá de lo inimaginable. 

Te gusta escuchar, participar y por encima de todo “cotillear” de cualquier tema, en especial si está relacionado con nuestra familia. Tienes un apelativo cariñoso, pero yo te llamo de una forma distinta; sí, no sonrías, ya que a mi mujer le gusta imitarme cuando  te lo digo. También te ríes sin tapujos cuando suelto algún “taco” y me satisface enormemente ver la alegría que inunda tu rostro ante los disparates que podemos decir.  Te gusta jugar imaginándote ser unas veces azafata, médico, enfermera, dentista, realizadora de TV hablándote a ti misma, escondida bajo una manta, mientras la noche comienza a caer. 

Y desde que hace un año me aventuré en abrir una Chinata, eres una seguidora incondicional y aprovechas cualquier ocasión para que tu fisio o alguno de tus amigos o conocidos sepan de mi existencia. Eres la abanderada de estos productos cacereños y por supuesto, a la hora de elegir tienes bien claras tus preferencias a las que seguramente ahora podrás añadir unos preparados nuevos para hacer tortilla de patata. 

Eres única, y no porque tengas parálisis cerebral, si no porque día a día nos demuestras que el valor de las personas se encuentra más allá de lo que podemos ver. Y por eso me gustaría agradecértelo, ya que otros no tenemos la grandeza suficiente para soportar los designios que nos manda esta vida que nos ha tocado vivir.

Un beso muy fuerte

viernes, 15 de marzo de 2013

Padre no hay más que uno (o eso dicen)



Todavía recuerdo las manualidades que en el día del padre nos obligaban a realizar en el colegio. Algunas llevaban un trabajo endiablado, otras, sin embargo, por su sencillez, eran las más socorridas a la hora de obtener una buena nota. Desde las típicas postales con un corazón y un texto que decía “te quiero papá”, con una letruja enorme e incomprensible, hasta los portalápices hechos con pinzas de colgar la ropa (barnizadas y todo), pasando por un llavero enorme confeccionado con madera y recubierto con fieltro en el que se incrustaba la inicial de nuestro padre. Y es que padre no hay más que uno (o eso dicen), aunque como el producto que todo lo repara los (nos) convertimos en 4 en 1. 1. El superhombre, cuando somos infantes; el que es capaz de las más arriesgadas aventuras; el héroe que nos salvará de brujas y dragones que acechan en nuestra habitación por las noches. 2. El supercontrolador, cuando somos adolescentes; el que es capaz de echar por tierra todos nuestros planes; el que nos fustiga verbalmente diciendo “esto se hace así porque lo digo yo y que sepas que es por tu bien”. 3. El super”out”, (el que está “fuera de juego”), cuando comenzamos nuestra edad adulta; el que compromete nuestra libertad, el inquisidor de nuestras vidas; el que no comprende nuestras decisiones.  4. Y por último el superabuelo, con el que nos reconciliamos, el que nos aconseja sabiamente, entre otras cosas porque es el que se ocupa de nuestros hijos. Y el círculo se vuelve a completar. El ser humano es terriblemente previsible y generación tras generación se cumplen los cánones anteriores. “Habemus papam” o, en este caso, “Habemus Papá”. De cualquier forma un padre siempre es un padre, y la sangre tira, y mucho. Al final siempre acabamos comprendiendo que el amor de un padre es incondicional y la responsabilidad con sus hijos los sitúa en un plano fuera de toda duda.

Tengo dos hijos (y también un padre) e independientemente de lo que piensen de mí, el compromiso que tengo con ellos alcanza cotas inimaginables. No sé si como padre he cumplido (o cumplo) sus expectativas, pero lo que tengo absolutamente claro es que estaré a su lado en cualquier situación en la que me necesiten.

A partir de ahí, todo se sitúa en un plano relativo. Los regalos, los detalles, vendrían a ser como una liga de segunda división; aunque a todos nos gusta, por supuesto, que nos homenajeen con algún obsequio. Pero para ser sinceros, un abrazo o un beso sentido es el mejor regalo que puede recibir un padre.

Feliz día del padre.