viernes, 31 de agosto de 2012

...Y toca volver



El mes de agosto es casi por definición la fecha del año en la que mayoritariamente se cogen las vacaciones o por lo menos una parte importante de ellas. Y esto no es de ahora. Hace algunos años no se concebía otro mes para disfrutar de unos días de asueto. Claro está, los que podían, ya que la gran mayoría aprovechaba los días de descanso o bien para irse a su famoso pueblo (los que lo tenían) o bien para achicharrase a la solanera de las ciudades, sólo calmado por el relativo frescor del agua de las piscinas abarrotadas de gente; ya que, seamos sinceros, eso del aire acondicionado es un invento relativamente reciente y en sus comienzos desde luego no al alcance de todo el mundo que lo sustituían por nuestro peculiar y virtuoso abanico. Los afortunados que tenían pueblo regresaban a él con la ilusión de encontrarse con sus antiguos amigos (un año más mayores, todo hay que decirlo), con los compañeros de mus o dominó, con aquel romance que dejaron a medias el año anterior y con la certeza de que por lo menos podrían chapotear a sus anchas en el río o pantano que todo pueblo “digno de mención” tiene.

Hoy las cosas han cambiado. “¿Han cambiado?”. Bueno, hasta hace algo más de dos años aproximadamente sí. Pasamos de creernos los reyes del Mambo por tener pueblo a donde ir a considerarlo poco snob, algo palurdo; por decirlo de una forma más “in”, demasiado rústico. Nos lanzamos a la aventura de descubrir los países de nuestro entorno que pronto se nos quedaron pequeños y cual osados descubridores nos atrevimos a cruzar el Atlántico, el Índico, el Pacífico y llegamos incluso, de nuevo, a la Tierra del Fuego. Volvíamos cargados de regalos, una ristra sinfín de fotografías y lo que es más importante, llenos de anécdotas que suponíamos serían la envidia de nuestros congéneres.

Pero he aquí que esta perversa crisis que nos azota ha hecho replantearnos muchas de las cuestiones a las que antes apenas dábamos importancia. Hemos “descubierto” que hay ropa que se puede arreglar en vez de comprarla de nuevo; que el “hágaselo vd. mismo” resulta hasta divertido, como pintar la casa, recomponer un juguete roto, ser unos “manitas” con el equipo de música estropeado e incluso proclamar a los cuatro vientos que no hay enchufe que se nos resista. Y cómo no, ese pueblo que nos resultaba excesivamente rústico ahora es la “villa más idílica, bucólica y paradisíaca del globo terráqueo”. Y eso está muy bien; en realidad hemos vuelto a redescubrir las cosas y los lugares. Es posible que nos hubiésemos situado a dos palmos del suelo y como buenos humanos llegar a desdeñar lo más cercano, lo más natural, lo llano, lo evidente. 

Las crisis son cíclicas, es cierto que en la que estamos es excesivamente profunda y que una gran parte de culpa venga provocada por esos bancos a los que les hemos dado de comer y ahora nos muerden la mano. Pero intentemos ver lo positivo dentro de lo negativo. La vida continúa y nosotros continuamos con ella. Si es cierto el dicho “la vida son dos días”, ¿Por qué no seguir disfrutando de esos pequeños placeres que nos ofrece?.

Desde La Chinata Retiro queremos reiteraros nuestro agradecimiento y la confianza que nos habéis demostrado desde que abrimos nuestra tienda.