jueves, 16 de julio de 2015

Se amplía la gama de aceites condimentados. FELICIDADES CÁRMENES Y CARMELOS!!!



Desde hoy, ya podéis disfrutar de dos nuevos aceites condimentados y del vinagre balsámico de Módena marca La Chinata.



Aceite condimentado de Laurel

Se trata de nuestro Aceite de Oliva Virgen Extra de la variedad Manzanilla Cacereña condimentado con Laurel. Indicado para aderezar salsas, arroces y pastas, ensaladas y verduras al vapor o en crema, carnes, pescados, pizzas, platos de caza, marisco, carpaccios… o sencillamente, para degustar sobre una rebanada de pan.

En botella de 250 ml tiene un precio de 4,10€



Aceite Condimentado de Romero

Con todos los beneficios del Aceite de Oliva Virgen Extra, este aceite condimentado está indicado para verduras, carnes y pescados a la parrilla, etc. Y por supuesto para disfrutarlo con cualquier ensalada y sobre una rebanada de pan tostado.

En botella de 250 ml tiene un precio de 4,10€



Vinagre Balsámico de Módena

De sabor fuerte y ligeramente dulce, este vinagre, de origen italiano, se elabora directamente con el mosto del vino y en su producción se mezclan viejos y nuevos vinagres para obtener el mejor resultado. Se deja madurar en barriles de madera durante al menos 4 o 5 años.

En botella de 250 ml tiene un precio de 1,50€



Espero que sean de vuestro agrado

viernes, 3 de julio de 2015

"YA NO ESTÁ"



Me gustaría compartir con vosotros dos situaciones que me han ocurrido. Una reciente, la otra, hace unos meses. De antemano os pido disculpas ya que quizá este no sea el medio de hacerlo y más teniendo en cuenta que no contaré nada relacionado con La Chinata.

La primera de ellas sucedió hace escasos días.

Al salir de una tienda de una calle céntrica de Madrid me llamó la atención una mujer de unos 75 años que parada, totalmente estática, tenía la mirada clavada sobre la acera; La observé durante unos segundos pensando que posiblemente no se encontrase bien ya que contemplándola más de cerca advertí que en su ceja derecha tenía una herida cosida con puntos así como también en su codo y su ojo izquierdo inflamado y morado. Me iba a aproximar a ella cuando apareció una persona más joven que se acercó a su lado y con un cariño extremo acariciándole la mejilla le preguntó “¿quieres que nos vayamos ya, mamá?” La mujer no hizo ningún movimiento, permaneció en la misma posición que yo la había visto minutos antes. Con mucha paciencia su hija le volvió a realizar la misma pregunta dos veces más, hasta que por fin y cogiéndola suavemente del brazo consiguió que, dando un pequeño paso, ella comenzase a caminar. Aquella mujer “ya no estaba”, posiblemente alguna maldita demencia le había obligado a abandonar nuestra realidad.

La segunda situación se produjo a finales del mes de diciembre del año pasado y me afecta más personalmente.

El tío carnal de mi mujer tuvo un derrame cerebral, cuya consecuencia, después de unos días, fue su fallecimiento. Y digo que me afecta más personalmente porque, tanto los tíos de mi mujer como sus hijos y nietos son, para nosotros, una auténtica, maravillosa y excepcional familia. Tuve la “suerte” de comprobar el cariño y la dedicación que le mostraron en sus últimos días; cariño que en vida también le entregaron y que se supo granjear sin paliativos. Podría caer en el error de manifestar que fue una persona increíble, cariñosa, espléndida, generosa… ya que cuando alguien muere parece que todo son halagos. Y caeré, ya que por lo menos para mí y mi familia así fue y creo no equivocarme al decir que para el resto de las personas que tuvieron la suerte de conocerle, también (siempre hay excepciones, si no la regla no se confirmaría).  Pero, “ya no está”

Y lo recuerdo ahora, especialmente, ya que se acercan las vacaciones de verano y solíamos coincidir de una u otra forma en ese pueblo (casi perdido) del norte de Burgos muy cerca de Cantabria donde se crió y le encantaba ir más adelante en cualquier época del año. Tenía una auténtica pasión por ese lugar que logró transmitir a sus descendientes. Era su válvula de escape, su reducto, su fortaleza, su refugio y donde yo jamás le vi tener una mala cara. Una sonrisa cuasi permanente le inundaba cuando se encontraba allí.

Y lo recuerdo ahora porque mi mujer echará de menos esas interminables charlas mañaneras que tenían frente a un café en la estación del tren.

Y lo recuerdo ahora porque mis hijos echarán de menos aquellos chistes horribles que contaba y el cariño que les tenía.

Y lo recuerdo ahora porque ya no le podré decir la persona tan peculiar y fantástica que me parecía y que creo que nunca le dije.

Y lo recuerdo ahora porque su mujer, sus hijos, (y yernos y nueras), sus nietos lo echarán muchísimo de menos estas primeras vacaciones estivales  ya que su sola presencia parecía llenar huecos inmensamente vacíos.

Aurelio, estés donde estés, Te echaremos de menos.

Mari Carmen, gracias, muchísimas gracias por ser como eres.

Un beso y abrazo muy fuertes para todos aquellos que estuvieron (y están) con él.