jueves, 24 de enero de 2013

El Destino



En mayor o menor medida nos gusta pensar que el destino juega un papel importante dentro de nuestras vidas. Sospechamos que es el que nos juega malas pasadas; el actor indiscutible de nuestros aciertos; el ente que acapara protagonismo de nuestra fortuna; el maldito cumplidor de nuestras desgracias. Sea como fuere, pensar en él nos transmite la tranquilidad (o inquietud) de lo que escapa directamente a nuestro control. Si tenemos la fortuna de escapar de un accidente, pensamos que el destino estaba ahí para evitarlo, y muy al contrario, si tenemos la dicha de que la fortuna nos toque con su varita mágica tendemos a pensar que ha sido él el que nos ha otorgado tan grata satisfacción. Pero ¿existe realmente el destino, o es solo nuestra superchería la que nos hace confiar tanto en él? Soy de la opinión que tanto el destino como nuestra suerte viene configurada por nuestra forma de ser, de actuar, de decidir; por nuestro libre albedrío. La suerte, la imaginación, la inspiración, no creo que sean fruto de la casualidad, sino más bien de nuestro saber hacer, de nuestro esfuerzo, de un trabajo constante. El destino lo configuramos nosotros mismos dependiendo de las decisiones que tomemos en cada momento. Comprendo que haya voces críticas que piensen que todo en esta vida está escrito de antemano, ante lo cual me atrevería a preguntar, si es así, ¿somos meras marionetas del rumbo prefijado?, o en todo caso, hagamos lo que hagamos, digamos lo que digamos, actuemos como actuemos ¿tanto dará, ya que estamos predestinados a nuestro designio? En mi opinión, el inconformismo es una de las características principales del ser humano; tanto es así, que el avance tecnológico, cultural y social ha alcanzado cotas inimaginables, aunque visto el panorama actual y el descontento social estamos contemplando un retroceso (¿o quizás es un avance?) en todos los ámbitos de la vida.



Hace unos días, un personaje público bastante conocido (no diré si actor, político, periodista… ya que nuestra máxima es preservar la intimidad de todos los clientes) se encontraba en nuestra oleoteca y estuvimos hablando largo y tendido sobre este tema. Se sumaron algunas personas más que en ese momento se encontraban también en el establecimiento. Evidentemente, hubo posturas encontradas, todo ello en un ambiente relajado y muy agradable. Diré que hubo casi un 50% a favor de considerar el destino como algo fútil y otro 50% que pensaba que el destino ya nos viene marcado. De cualquier forma, la conclusión más positiva de esta conversación fue el intercambio de opiniones, todo ello “regado” con una pequeña cata de aceite y un vaso de buen vino.



En definitiva, he de decir que no sé si el destino es algo predeterminado o no, pero que sin embargo, dio lugar a una conversación de lo más interesante y afable entre las personas que estábamos aquí. Con esto quiero insistir en que nuestra oleoteca no sólo es un lugar en el que se venden aceites y demás productos Gourmet, si no que queremos que se constituya en lugar de encuentro entre diversas opiniones y grupos dispares de gente en el que se pueda compartir, no solo un rato agradable sino también una forma de entender la vida.