miércoles, 30 de abril de 2014

Día de la Madre



“El día menos pensado cojo la puerta y no me veis más el pelo”
y por detrás se oye a tu hermano en un susurro diciendo: joé a ver si es verdad y nos deja un par de días tranquilos.
“Si lo busco yo y lo encuentro ¿qué te hago?”
Y lo malo es que lo encuentra. Las madres tienen una especie de radar oculto, algo así como un GPS interno que ya quisieran los del FBI.
 ¿Tú te has pensado que esto es un hostal?”
¡Ah!, es que no lo es?
“Ten cuidado”.
Esta frase me encanta. Es tan genérica que para ellas debemos tener cuidado hasta cuando nos ponemos los zapatos.
“Esta es mi casa y aquí se hace lo que yo digo”
uff y aunque no sea su casa. La sargento de hierro ha hablado.
 “¿Qué parte no entiendes cuando digo no?, si es no, es no”
Lo bueno es que con unos cuantos cariñitos acaba siendo sí.
 Y esa forma de ponerle tanto género masculino como femenino (aunque no lo tenga) a algunas palabras para darle más énfasis:
“Ni chaqueta ni chaqueto que valga, tú no sales así vestida”

Sabias y elaboradas frases que generación tras generación se repiten y ponen los pelos como escarpias, sobre todo, porque al final, casi siempre, tienen razón en todo.

Sin embargo están ahí, permanentemente, perennes, al pie del cañón. Y empezamos a valorarlo con el tiempo. Como están a nuestro lado no apreciamos lo suficiente el esfuerzo y la dedicación, que es mucho.

La mayoría de las veces somos egoístas e ingratos y nos damos cuenta de lo que tenemos (o hemos tenido) cuando ya no disfrutamos de su presencia cerca.

Desde la Chinata Retiro este es un pequeño homenaje a las madres, a su abnegación (aunque a veces se pasen) y a la dedicación que desde que nacemos nos dispensan.

Gracias a todas ellas y feliz día de la Madre.

sábado, 26 de abril de 2014

Cuando un amigo se va



Lo hace en silencio, sin alharacas, casi de puntillas. Se va sin intención de incordiar o fastidiar, procurando mantener viva su imagen. Le gustaría quedarse, pero sabe que es imposible. Hay cosas que escapan al propio control. Se aferra desesperadamente a su entorno; cualquier marcha, retirada, huida, conlleva siempre algo de sufrimiento. Antes de partir los recuerdos se acumulan atropelladamente en su mente intentando descartar los dolientes, quedándose con los agradables. Sabe que se va dejando un reguero de evocaciones difíciles de digerir y aún así prefiere retirarse. Sus muchos momentos de angustia y padecimiento van a tocar a su fin. Sabe que al hacerlo generará desconsuelo, congoja, y aflicción; sin embargo los suyos son más desmesurados. Y nosotros, siendo sus amigos no sabemos por qué. O no lo comprendemos o no lo queremos comprender. Es duro irse para no volver, pero más duro es quedarse sin una razón para hacerlo. Y la cuestión es que hay muchas, muchísimas razones para replantearse el abandono. Sin embargo hay decisiones que por incomprensibles que puedan llegar a parecer resultan definitivas para quien las toma. Y a nosotros sólo nos quedará sobrellevarlo consolándonos con su imagen siempre presente, con su risa siempre permanente y con su forma de ser indeleble.

Cuando un amigo se va, algo se muere en el alma… y no hay tirita suficientemente grande para tapar la herida tan profunda y persistente que el alma se empeña en dejar abierta. Pero el tiempo es un aliado incondicional que mitiga y acaba atenuando el sufrimiento y aunque jamás olvidaremos los lugares compartidos, las confidencias hechas, las caricias recibidas y la felicidad proporcionada, por lo menos nos ayudará a mantener viva su imagen y con una pequeña sonrisa recordar cada uno de los hermosos momentos que pasamos juntos. Sí, el tiempo nos ayudará y afortunadamente se convertirá en nuestro sanador del aliento vital de nuestra alma.

Dani: En su memoria. Alejandra: Para su consuelo