sábado, 16 de junio de 2012

Toma pan y moja


Nos gusta el aceite. Nos gusta el pan. Nos gusta mojar pan en aceite. Así, como suena, sin protocolos. Cuando estos dos productos son de calidad, se convierte en un auténtico placer disfrutarlos al unísono.

Abrir una botella de aceite comprobando su aroma con los ojos cerrados, llega a trasladarnos a un sinfín de paraísos y las papilas gustativas, inevitablemente, comienzan a segregar sin compasión; si a ello le sumamos el  olor de un pan recién horneado nos rendimos sin condición a sus exigencias, que son mínimas, tan solo que con un simple gesto de la mano llevemos un trozo de pan hasta el aceite. Ahí es cuando se nota la compatibilidad de ambos, la pasión del uno por el otro, la conexión perfecta. Saboreamos, paladeamos, degustamos concentrándonos en el derroche de sensaciones. Y llegan las exclamaciones. “Fantástico”, “maravilloso” “sensacional”, “Ummmmmm”… no pudiendo evitar coger otro trozo de pan y seguir mojando. Al principio lo hacemos con cuidado, casi con cursilería; índice y pulgar se aventuran con el pan en el aceite, después tal es la pasión que ponemos, tal el deleite que experimentamos, que se suman el resto de dedos llegando a aceitarse sin remisión. Sin embargo no nos importa, incluso prácticamente ni lo notamos, ya que estamos disfrutando al máximo, embelesados como estamos en disfrutar del sabor.

Toma pan y moja. Déjate llevar por el placer que supone disfrutar sin contemplaciones de lo que la naturaleza nos ofrece.

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