Todavía hoy
recuerdo tu nacimiento. Apenas pesabas 600 gr. La mano de un adulto podría
haber servido perfectamente como sustituto de una cuna; así de pequeña eras.
Hoy, después de 16 años desde que vinierais al mundo, te has convertido en una
adolescentes de pleno derecho, con sus pros y sus contras. Creo que eres feliz,
inmensamente feliz; todo ello debido, sobre todo, a que te mimamos en exceso
(en especial tus padres y hermanas), pero ¿cómo no hacerlo?, eres una
sobreviviente, con una fortaleza de espíritu más allá de lo inimaginable.
Te
gusta escuchar, participar y por encima de todo “cotillear” de cualquier tema,
en especial si está relacionado con nuestra familia. Tienes un apelativo
cariñoso, pero yo te llamo de una forma distinta; sí, no sonrías, ya que a mi
mujer le gusta imitarme cuando te lo
digo. También te ríes sin tapujos cuando suelto algún “taco” y me satisface
enormemente ver la alegría que inunda tu rostro ante los disparates que podemos
decir. Te gusta jugar imaginándote ser
unas veces azafata, médico, enfermera, dentista, realizadora de TV hablándote a
ti misma, escondida bajo una manta, mientras la noche comienza a caer.
Y desde
que hace un año me aventuré en abrir una Chinata, eres una seguidora
incondicional y aprovechas cualquier ocasión para que tu fisio o alguno de tus
amigos o conocidos sepan de mi existencia. Eres la abanderada de estos
productos cacereños y por supuesto, a la hora de elegir tienes bien claras tus
preferencias a las que seguramente ahora podrás añadir unos preparados nuevos
para hacer tortilla de patata.
Eres única, y no porque tengas parálisis
cerebral, si no porque día a día nos demuestras que el valor de las personas se
encuentra más allá de lo que podemos ver. Y por eso me gustaría agradecértelo,
ya que otros no tenemos la grandeza suficiente para soportar los designios que
nos manda esta vida que nos ha tocado vivir.
Un beso muy
fuerte
No hay comentarios:
Publicar un comentario